Por: Silvia Orozco
En el 2017, leí un blog de Anna Marras, una abogada italiana especializada en la gestión de proyectos en la práctica legal, titulado “Cuando un abogado cambia de respuesta y el mercado cambia de pregunta». Este artículo relata que, frecuentemente, las grandes firmas en países como el Reino Unido y Estados Unidos están eligiendo candidatos con perfiles especializados en gestión de proyectos para coordinar equipos legales, en lugar de los candidatos con estudios tradicionales en derecho.
Lo interesante de este artículo es que plantea el debate sobre los nuevos perfiles profesionales en el sector legal, es decir, el dilema entre escoger a personas sin estudios en leyes pero que sean capaces de gestionar un equipo o proyecto o en formar abogados en metodologías de gestión.
Ese blog lo leí casi de forma accidental, mientras trataba de decidir qué maestría estudiar. Despertó en mi tal interés, que luego de leer otros blogs relacionados con el tema, terminé desechando finalmente mi idea de estudiar algo vinculado al derecho y me animé a cambiar temporalmente los códigos repletos de leyes por libros relacionados con la gestión de proyectos.
¿Pero qué es el Project Management o la Gestión de Proyectos? Y ¿qué le puede brindar a un abogado?
Antes de contestar a las preguntas, es importante tener claridad en la definición de la palabra proyecto. El Project Management Institute (PMI), en la Guía del Pmbok, lo define como un: “esfuerzo temporal que se lleva a cabo para crear un producto, servicio o resultado único.”
La gestión de proyectos, entonces, es la aplicación de conocimientos, habilidades, herramientas y técnicas a las actividades del proyecto para cumplir con los requisitos del mismo. Además, garantiza que exista un plan adecuado para alcanzar los objetivos estratégicos previamente determinados, al mejorar la eficacia y la eficiencia de los procesos y actividades que se realizan.
Como profesionales del derecho, no podemos limitarnos a tratar de aplicar la gestión de proyectos únicamente a los procesos judiciales. La práctica es mucho más amplia que eso. Desde una consultoría, la elaboración de un proyecto de ley, hasta la implementación de un software especializado en el despacho, todos son proyectos que se pueden ver beneficiados por estas buenas prácticas.
Lo cierto es que sin importar si se trata de grandes, medianos o pequeños despachos, la gestión de proyectos debe entrar a las oficinas de los abogados. Así lo está demandando la nueva normalidad que se instaurará una vez superada la crisis del COVID-19.
Esta nueva normalidad requerirá que los abogados innovemos y desarrollemos nuevas y mejores formas de realizar nuestro trabajo. Esto implica adentrarnos en la era de la digitalización de los procesos y actividades, y no podemos hacerlo de forma accidental o improvisada, necesitamos planificarlo y gestionarlo adecuadamente.